domingo, mayo 28, 2006

James Waitt

Luchando contra grandes sombras, aferrado a mentiras sin pudor,
saludando con penosa sonrisa el fin de su transparente impostura
Joseph Conrad, “El negro del Narcissus”




Yo, James Waitt,
hijo del miedo y la impostura,
tenía un cofre con monedas y un infame secreto.
Las monedas resonarán al paso de Donkin, el astuto emisario de mi muerte,
y el secreto me rozará la cara por los siglos como una rama seca,
¿Dónde está el verdadero James Waitt?
En un barco alcanzaba las riberas del ocio
simulando agonías más fastuosas que un incendio en los bosques.
Pero un día la cólera marina silbó sobre su espalda como un látigo.
¿Dónde está el verdadero James Waitt?
En un barco alcanzaba las afanosas islas
simulando un poder más obstinado que las raíces en la primavera.
Pero un día la codicia terrestre esgrimió la verdad como un relámpago.
Me arrojaron al mar envuelto en un sudario de amenaza y terror que llamaron plegaria.
¡Piedad para James Waitt,
que conquistó la vida con la faz engañosa de la muerte
y penetró en la muerte con el rostro ilusorio de la vida!
Nadie venga a buscarlo.
Rasguñará en el limo lo mismo que las ratas en la viscosidad del maderamen,
hasta que el mar lo sorba como a un brebaje oscuro tras la máscara lisa de una lona.
Nadie diga su nombre para el último día.
James Waitt no tendrá rostro.



Num. 11 de Las muertes (1952)

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