jueves, mayo 25, 2006

Retrato de la ausente

.
a Zelmira Orozco




Aún no se ha extinguido esa cálida ráfaga
que corre desde entonces a través de los pliegues flotantes de su traje,
derribando a sus pies los mismos crisantemos,
recién resucitados cada día,
rodeándola como con una música tan imprecisa y leve
que ella parece estar traspasando las cosas,
a pesar de la tierra, casi a pesar del cielo.
.
Nunca la conocí.
Nunca supe si sonrió alguna vez,
si el llanto le nacía entrecortado,
si amó la soledad de las lentas planicies
o los cambiantes pueblos que pasan en las nubes,
si sus costumbres fueron apasionadas magias o desganados ritos,
si sus manos buscaron la última tibieza de sus lacios cabellos al morir.
.
Sin embargo, una misma ternuna en mí la reconoce unida para siempre
a los desvanecidos aposentos, donde un tiempo letal suspende en los espejos intangibles encajes,
estremecidas felpas que recorren la piel con palpitantes olas de ceniza,
relicarios que guardan inseparablemente, entre lazos azules,
esos desmenuzados recuerdos de dos seres que jamás se encontraron,
y aéreis abanicos y sombrillas, tan lentos,
que adormecen la sangre con su soplo con envolventes ánteles.
.
Delante de una vaga tormenta detenida en iguales tinielbas,
en iguales pesados resplandores,
ella ocupó su mundo, su intransible mundo
-esa distancia apenas conquistada por un solo ademán-,
mientras sentía ya, sin ninguna esperanza,
crecer en lo más hondo de su pecho indefenso invasiones de sombrs,
enredaderas muertas pegadas a un aliento que escuchaba morir
inclinando la oscura cabeza sobre el aire,
como una débil hoja que irremediablemente sabe su anochecer.
.
Acaso sea entonces su larga despedida,
entreabriendo esas puertas cuya clausura misma sostenemos viviendo,
el soplo que condujo esa imágen de antaño hacia otros tiempos,
para que ahora pueda tender,
con su mirada,
una grave indulgencia sobre nuestros recuerdos,
aun sobre el olvido que a veces la destruye
lo mismo que al follaje verdemente apagado tras la niebla llorosa de los vidrios.



Num. 15 de Desde lejos (1946)

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